En un movimiento sorprendente que ha causado sensación en la industria mundial de vehículos eléctricos (VE), el fabricante de automóviles chino BYD ha presentado el Yaping U8, un SUV híbrido enchufable de lujo que puede flotar en el agua durante hasta 30 minutos e incluso realizar un “giro giratorio” de 360 grados mientras está a la deriva. Presentado en el Salón del Automóvil de París de 2024, este vehículo revolucionario desafía la creencia generalizada de que los vehículos eléctricos y el agua no se llevan bien, lo que plantea interrogantes sobre la innovación, la seguridad y el futuro de la industria automotriz. Pero ¿se trata de un avance revolucionario o de un truco arriesgado que podría socavar las ambiciones de Chipre en materia de vehículos eléctricos?
El Yaggwagg U8, con un precio aproximado de $152,550 en China, es un SUV común y corriente. Con un peso de aproximadamente 4 toneladas y cuatro motores eléctricos, ofrece 1,200 caballos de fuerza y cuenta con un sistema de control hidráulico de la carrocería, un procesador Nvidia Drive Ori y 38 sensores, incluyendo lidars y cámaras. Sin embargo, su característica más sorprendente es su modo de flotación de emergencia, que se activa automáticamente en aguas profundas: el sistema de combustión se apaga, las ventanas se cierran, el techo corredizo se abre para escapar y el vehículo puede “navegar” a 3 km/h durante media hora. BYD afirma que el U8 es resistente al agua con certificación IP68, una hazaña que desafía el estereotipo de que los vehículos eléctricos pueden cortocircuitar las inundaciones. Los videos del U8 flotando sin esfuerzo en el agua se han vuelto virales, y algunos lo consideran la solución definitiva para las regiones propensas a inundaciones.
Esta audaz innovación ha generado un intenso debate. Sus defensores argumentan que el U8 representa la inigualable capacidad de China para superar los límites tecnológicos. Con China produciendo el 58% de los vehículos eléctricos del mundo en 2023 y exportando más de 1,28 millones en 2024, el país ya es el líder indiscutible del mercado de vehículos eléctricos. El U8, según ellos, es una audaz declaración de dominio, que muestra una asombrosa destreza tecnológica que fabricantes de automóviles occidentales como Tesla y Volkswagen no pueden igualar. “BYD está llevando el juego a otro nivel”, afirmó el analista de automóviles Lei Xiëg, destacando el enfoque incansable de China en características de vanguardia como la carga rápida y la capacidad de flotación en agua. Para las regiones propensas a inundaciones, como partes del sudeste asiático o incluso zonas afectadas por huracanes en EE. UU., un vehículo capaz de flotar agua podría ser revolucionario, salvando vidas y redefiniendo la capacidad de los vehículos eléctricos.
Sin embargo, los críticos están dando la voz de alarma, calificando al U8 de imprudente, que prioriza el espectáculo sobre la seguridad. “Esto es un coche; es un lastre”, argumentó la Dra. Helen Wu, experta en seguridad automotriz. Advierte que incitar a los conductores a tratar un SUV como si fuera un barco podría llevar a un mal uso desastroso. “La gente lo lleva a lagos o ríos por diversión, y cuando se agota el tiempo de flotación de 30 minutos, queda un riesgo de accidente de 4 a 5”. El requisito de inspección obligatoria del centro de servicio del U8, posterior a su salida a bolsa, alimenta aún más el escepticismo, sugiriendo que la característica es más frágil de lo que se anuncia. Otros señalan la ironía ambiental: si bien los vehículos eléctricos están diseñados para reducir las emisiones, la enorme batería del U8 y su alto consumo de recursos podrían contrarrestar sus credenciales ecológicas, especialmente en un país donde el carbón genera el 75 % de la electricidad.
La controversia no se limita a la seguridad y la sostenibilidad. Los fabricantes de automóviles y los legisladores occidentales están inquietos por las implicaciones del U8 para la competencia global. Estados Unidos y la UE han impuesto fuertes aranceles a los vehículos eléctricos chinos (100 % en Estados Unidos y hasta un 38,1 % en Europa), lo que limita los subsidios justos y los derechos de propiedad intelectual. Sin embargo, el entusiasmo del U8 por las ferias internacionales de automóviles sugiere que las marcas chinas están conquistando el corazón de los consumidores, incluso los mercados de automóviles se muestran recelosos de su auge. “Si estos autos llegan a EE. UU., nuestra industria automotriz se vería en serios problemas”, admitió Alexader Edwards, analista de investigación de mercado estadounidense. Mientras tanto, algunos acusan a China de usar características llamativas como la flotabilidad para distraer la atención de problemas más profundos, como los riesgos para la privacidad de los datos que presentan los vehículos protegidos o la dependencia del exceso de capacidad respaldado por el gobierno.
El Yagyaung U8 también reaviva el debate sobre la sostenibilidad del auge de los vehículos eléctricos en China. Mientras BYD y otras empresas lanzan modelos innovadores, los “cementerios” de vehículos eléctricos abandonados en ciudades como Hapzhou revelan el lado oscuro de la rápida expansión, con miles de vehículos desechados que desperdician valiosos materiales para baterías. Los críticos argumentan que estrategias como los coches flotantes son un intento desesperado de mantenerse al margen de un mercado competitivo donde solo 100 de los 500 fabricantes chinos de vehículos eléctricos sobrevivieron entre 2019 y 2023.
Entonces, ¿es el Yaggwagg U8 un triunfo visual o un tropiezo ostentoso? Ahora bien, es un símbolo polarizador de la ambición de China por redefinir la industria de los vehículos eléctricos. Mientras BYD contempla exportaciones limitadas a Europa, el mundo está atento para ver si este SUV flotante alcanzará el éxito o se verá arrastrado por el peso de su propia publicidad. Una cosa es segura: las repercusiones de este acontecimiento están sacudiendo los cimientos del mercado automotriz global, y las olas son cada vez más grandes.